Los aficionados más veteranos del Lenense todavía tienen muy nítida en la memoria la etapa en la que el primer equipo verdiblanco fue dirigido por José Carrete, un ex futbolista mierense que jugó en el Real Oviedo y en el Valencia y que llegó a ser internacional. En aquella temporada, en 3ª División, las gradas del campo de “El Sotón” se poblaban de aficionados cada tarde de domingo (entonces los partidos, salvo raras excepciones, se disputaban los domingos) para disfrutar con el empuje del temperamental entrenador desde el banquillo y con las evoluciones de unos jugadores que sudaban la camiseta sobre el césped. Entre ellos destacaba un joven Antonio Monasterio, al que se llamaba por su apellido, un extremo que ponía el balón al milímetro en el área tras desbordar con regates imposibles a los rivales que le salían al paso.
Había pasado por clubs como el Ablaña, el Turón (de donde era natural), Caudal o San Martín, pero donde realmente explotó fue en el Lenense y su nombre sonó para los más grandes de la región. Sin embargo, una oportunidad laboral le llevó a trabajar a una mina de León, a los 26 años, y decidía colgar las botas. Con esa misma edad, y cuatro décadas más tarde, ha recalado en “El Sotón” su hijo, Mario Monasterio Fuertes, quien desea reverdecer la memoria de su padre, fallecido en 2021, con tan sólo 54 años.
Al hijo le sobran cualidades. De hecho, fue un fichaje largamente perseguido por la directiva que encabezó Miguel Marcos y que se pudo consumar con la entrada de Manuel Angel García Rodríguez en la presidencia, siempre con la intermediación de su amigo, el fisioterapeuta Tomás Fernández.
Monasterio llega procedente del Titánico de Laviana, después de vestir las elásticas del San Martín, Caudal, Tuilla, Covadonga y del Sporting juvenil. Atacante polivalente, sus máximos registros anotadores los cosechó con el San Martín (con el que jugó la promoción de ascenso a Segunda “B”) y con el Titánico, en ambas temporadas con 10 goles.
“Me atrajo el proyecto que se está haciendo, con jugadores de la zona, y con aspiraciones”, señala un fichaje en el que también influyó la proximidad con su empleo (en la oficina de “Caja Rural de Asturias” de La Pola) y su apegó por el Concejo. “Creo que Lena está infravalorada y tiene un potencial enorme”, manifiesta.
La influencia de su padre para que llegase a ser futbolista fue tal que hasta organizó el primer equipo en el que jugó, con tan sólo 4 años, patrocinado por la “Peña Barcelonista Julio Alberto”, de Mieres. “Además creó otro de niñas, cuando el fútbol femenino apenas existía”, subraya su descendiente. “Era un competidor al máximo, en cualquier deporte, y eso también me lo inculcó”, afirma.
Monasterio considera que es difícil volver a aquellos tiempos con tantos espectadores en los campos de fútbol (“no se puede competir con la televisión, que retransmite partidos a todas horas”, dice), pero sí confía en que el bloque que se está conformando enganche a un buen número de aficionados. El adelanta que pondrá todo de su parte para que algún día se recuerde que dos Monasterio (en el montaje de fotografías) dejaron huella en el Lenense.
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